¡Qué delicia los carbohidratos! Pensamos todos los que tenemos la “lonja del pan” o nos cuesta trabajo marcar abdomen. Y esto se debe a que en México estamos acostumbrados a comerlos indiscriminadamente.
Siempre que vamos a comer, damos por hecho que vamos a acompañar la sopa o guisado con un pan o tortillas. Acompañar con frijoles; comer sopa de pasta y como guarnición ¿por qué no? ¡Sopa o espagueti! No es lo duro sino lo tupido…
Y por último, de postre un pan dulce, arroz con leche; galletas o pastel como postre… Pero ¿qué tan conveniente resulta hacerlo? ¡Cero conveniente! Las harinas y el arroz no son la mejor opción. Tienen poca fibra y proteína, por lo que no llenan (no dan saciedad); además te inflamas porque te hacen acumular agua.
La cruel verdad es que tratamos de comer como europeos y asiáticos cuando lejos estamos de serlo.
Los mexicanos pareciera que tenemos complejo de internacionales y es ahí donde radica nuestro gran error.
Tanto las harinas (blancas refinadas) como el arroz son alimentos con gran índice glucémico, es decir aportan al cuerpo un golpe de azúcar que produce un alto nivel de insulina; en el caso específico de la harina hay que sumarle que da muy poca fibra, no hay sensación de saciedad y acumula las grasas.
Pero, ¿por qué asiáticos (japoneses y chinos) y europeos (españoles e italianos), pueden comer así y lucir tan bien?, la respuesta es la genética; mientras ellos históricamente han basado su alimentación en el consumo del arroz o el trigo, nosotros los asimilamos como agentes extraños desatando un desorden.
Incluso en pruebas genética recientes y de última tecnología, la mayoría de los mexicanos:
- somos poco eficientes en el consumo de carbohidratos;
- mientras que a la parte de grasas buenas (proteínas animales) y maíz somos altamente efectivos.
Es decir, no podemos mentirle al cuerpo, a lo largo de generaciones hemos sido diseñados para comer y aprovechar mejor, tres tacos que una torta o una rebanada de pizza.
Es por eso que si buscas bajar de peso y te recomiendan la dieta mediterránea, debes hacerla con mucho cuidado, pensando en que el pescado y las ensaladas deben gobernar tus comidas con ligeras o nulas ingestas de pasta o harina.
No limites tus comidas, pero aprende a balancearte y a sacarle provecho a aquello que procesas de mejor manera. Haz comidas sanas y con los grupos alimenticios que más te convengan, dejémonos de complejos extranjeros y démosle al cuerpo la gasolina necesaria para lucir de la mejor forma.
